La velocidad de la (r)evolución tecnológica caracteriza los momentos actuales. También es ampliamente reconocido hoy día que la innovación tiene un papel fundamental en el progreso, en el desarrollo económico y en mejorar el nivel de vida de las personas.
Desde el Sector Agrícola se percibe un dinamismo innovador creciente inusual que, por otra parte, se combina con el impacto de conflictos actuales. Estos últimos nos recuerdan el papel fundamental de la Agricultura en nuestra sociedad, frecuentemente olvidado, eclipsado por la relevancia económica de otros sectores.
La situación nos alerta sobre los importantes retos a los que se enfrenta el Sector, no solo como consecuencia a corto plazo de conflictos actuales, sino de combinar el crecimiento actual de la población, el cambio climático y el deterioro del medio ambiente.
Por este motivo, es de gran importancia profundizar en la innovación y en cómo su medida puede ayudar en la gestión. El Manual de Oslo es un estándar internacional de referencia con este objetivo. Proporciona un lenguaje común para la discusión, comparación, seguimiento y evaluación. El documento en cuestión incluye una definición de innovación para todo tipo de sectores y unidades, entendiendo estas últimas como el actor responsable de la innovación; ya sea una organización o miembros individuales:
“Una innovación es un producto o proceso nuevo o mejorado (o una combinación de ambos) que difiere significativamente de los productos o procesos anteriores de la unidad y que se ha puesto a disposición de los usuarios potenciales (producto) o puesto en uso por la unidad (proceso).”
Manual de Oslo: Guias para Recoger, Informar y Usar Datos en Innovación
En Agricultura, claramente, se pueden identificar líneas de innovación relevantes en las dos direcciones reflejadas en la definición . Por una parte, en el dominio del producto (generalmente vinculado a la genética), y en los procesos de producción, donde nuevas aproximaciones, no menos revolucionarias, emergen actualmente.